viernes, 9 de octubre de 2009

El espejo


Siempre me han dado miedo los espejos, acostumbro a no perderlos de vista. En casa solo hay los imprescindibles en el lavabo.

Cuando era pequeño creía que detrás del cristal se desarrollaba un mundo paralelo, igual que el nuestro pero ajeno y peligroso. Ahora ya grande (tanto de años como de estatura) los espejos me muestran el paso del tiempo (será coquetería) pero no me gusta lo que veo. Algunas personas, a envejecer, dicen que es señal de que uno ha vivido y sigue vivo, es un proceso natural. ¿Que ocurre cuando no va pareja la mente con los efectos del tiempo?: viejos que se sienten jóvenes y jóvenes que se creen viejos, creo que esto último es nefasto. Me viene a la cabeza una vieja canción de la época de la movida que decía:

"Jóvenes ociosos, viejos prematuros / que pasáis las horas muertas"

Por suerte las generaciones actuales son dinámicas, y la mayoría no sigue la letra de esta canción.

Pero volviendo a los espejos y al arte, los retratos de Lucian Freud se han convertido en los espejos más crueles de la actualidad. Me imagino a un modelo delante de su correspondiente cuadro viendo sus miserias y el paso del tiempo en su alter ego. Yo sentiría vértigo y un miedo aplastante de que los otros me vieran tan desnudo como lo hace el pintor.

Al fin y al cabo los espejos reflejan el mundo tal como es, aunque haya espejos que lo distorsionen.
En la imagen: "El mar y las lágrimas" diversos materiales, 2002.